Hoy que la evidencia muestra que el período de precios altos de las materias primas ha llegado a su fin, podemos afirmar que hemos entrado a un nuevo escenario, cerrando en nuestro país un ciclo (2004-2012) caracterizado por el incremento de la inversión, la producción, las reservas internacionales, los ingresos para las empresas y la recaudación fiscal del sector extractivo. Este boom extractivo permitió al Estado peruano distribuir recursos entre las regiones y municipalidades y llevar adelante diferentes programas y proyectos en la fase inicial del proceso de descentralización.
Al cabo de una década de "boom" planteamos que se abra un debate sobre el rol que cumplió la minería en nuestra sociedad y lo hacemos a partir del balance que sobre la generación, distribución y uso de la renta de la minería, gas y petróleo en el país, contenido en nuestro Reporte N° 19 de Vigilancia de las Industrias Extractivas, algunas de cuyas conclusiones hemos empezado a compartir en este blog.
En las entregas previas vimos cómo este "super ciclo" generó una riqueza que no fue compartida, en qué condiciones se produjo la redistribución territorial de la riqueza generada, en el esquema de la descentralización y discutimos acerca de la "canon-dependencia". Ahora, comentaremos uno de los sentidos comunes más difundidos acerca del mal uso de los recursos del canon.
- No gastamos solo en “monumentos inútiles”.
De los S/. 8,181 millones presupuestados para inversiones por parte de los gobiernos regionales en 2014, el 22% está financiado principalmente con recursos provenientes de las actividades extractivas. Estos recursos están orientados a proyectos en las funciones de Salud y Saneamiento (27.05%), Transporte (25.59%), Educación, Cultura y Deporte (20.05%) y Agropecuaria (13.98%), sumando en total 86.7%, siguiendo una tendencia que que no ha variado significativamente respecto a los últimos 10 años. Así, la evidencia contraviene la idea común de que las municipalidades y gobiernos regionales asignan esos recursos a proyectos no prioritarios.
Si bien existe información que indica que alguna porción de estos recursos se destina a proyectos de nula trascendencia en algunas localidades, es una falacia generalizar que los recursos del canon se dilapidan. El problema de fondo de la inversión pública, tanto la descentralizada como la nacional, tiene que ver con la calidad del gasto: obras sobredimensionadas, problemas de diseño y alta incidencia de la corrupción. La ausencia de información que permita medir la calidad del gasto y su impacto es un déficit urgente a superar desde el MEF.
[Foto: Paul Vallejos/ Diario El Comercio]